A pesar de haberse criado en una familia
con inquietudes artísticas la afición de Teresa por la
fotografía es tardía. Como muchos jóvenes se sentía confusa a la
hora de elegir sus estudios y, finalmente, se decidió por el
marketing. Desarrolla esta primera faceta profesional en el sector
inmobiliario. Posteriormente comienza a trabajar en la galería de
arte Elba Benítez llevando a cabo tareas comerciales. A través del
contacto con los artistas nace en ella la necesidad de desarrollar
su faceta más creativa. Se matricula en la escuela EFTI de Madrid y
comienza sus estudios de fotografía profesional. Posteriormente,
continúa su formación como ayudante de fotógrafos como Brian
Hallet, con quién colabora en campañas para firmas como Cartier,
Pantene, Danone o Ikea. También colabora con Robert Palomo, premio
Lux de fotografía. En el año 2006 abre su propio estudio en Madrid,
pero en 2014 se traslada a El Casar, donde encuentra la
tranquilidad y el contacto con la naturaleza que tanto añoraba en
Madrid.
El trabajo de Teresa abarca distintas facetas: arquitectura,
interiorismo, publicidad, eventos, espectáculos… Pero sin duda es
el retrato y el reportaje humano donde se encuentra más cómoda.
Bodas, comuniones, retratos infantiles y de familia… Son trabajos
que muchos fotógrafos rechazan conscientes de su dificultad. Sin
embargo, más allá del mero hecho de tomar fotografías y gracias a
su magistral dominio de la luz y, sobre todo, a su gran empatía con
sus modelos, los trabajos de Teresa logran conectar y
emocionar.
Sus fotos desprenden sencillez y claridad, no hay artificios ni
engaños. Su objetivo es rescatar la luz que todos llevamos dentro;
por eso le encanta trabajar con niños, por su naturalidad.
Para Teresa Arilla la clave de todo está en la actitud de dar lo
mejor y no escatimar en lo que cada uno pueda llegar a dar y ser,
determinando e iluminando su sueño, su vida y su entorno a cada
momento.