Ubicado junto a la N-1 Buitrago es, sin lugar a dudas, el pueblo más emblemático de la Sierra Norte de Madrid. Se levanta en el valle medio del Lozoya, a los pies del puerto de Somosierra y en plena sierra de Guadarrama. Es el único pueblo de la Comunidad de Madrid que conserva íntegro su antiguo recinto amurallado.
El casco urbano de Buitrago se asienta
sobre un promontorio que forma una curva en herradura sobre
el río Lozoya, entre los embalses de Riosequillo y Puentes Viejas.
El agua lo rodea completamente, creando así un foso natural de
defensa.
Buitrago del Lozoya es Conjunto Histórico-Artístico y Bien de
Interés Cultural desde 1993, y su recinto amurallado es Monumento
Nacional desde 1931.
El término municipal está dotado de una densa red de vías
pecuarias que delatan la importancia histórica de estos parajes en
el sistema de trashumancia que, desde la Baja Edad Media, rigió en
gran medida la economía agraria de la Meseta Central de España. El
eje de la misma lo constituyen las cañadas reales de Velayos y San
Lázaro, que atraviesan el término municipal de norte a sur.
Las referencias históricas más antiguas respecto a Buitrago datan del siglo I a. C. (sería la Litabrum conquistada por Cayo Flaminio según Tito Livio), pero no hay ningún vestigio material que lo avale, ya que no se han hecho prospecciones arqueológicas. Tampoco hay vestigios medievales anteriores a la Reconquista y, por lo tanto, de la presencia musulmana anterior al
siglo XI.
Es durante la Reconquista cuando Buitrago toma protagonismo
durante el reinado de Alfonso VI, hacia los años 1083 o 1085.
Gracias a su estratégica ubicación y por medio de un
privilegio otorgado por el mismo rey, que facultaba a la villa para
repoblar los núcleos existentes en su jurisdicción y crear otros
nuevos, la zona se repuebla rápidamente. El amplio territorio
delimitado por el monarca es el origen de lo que se conoce como
Tierra de Buitrago, una comarca que formaba una sola unidad
jurisdiccional y cuya cabeza era la Villa de Buitrago.
Durante cinco siglos, esta unidad jurisdiccional tuvo una doble naturaleza. Desde 1368 fue un señorío otorgado por Enrique II a don Pedro González de Mendoza, a cuya familia sigue vinculado hasta la desaparición del Régimen Señorial en el siglo XIX. La familia Mendoza recibió en el siglo XVI el título de duques del Infantado. Buitrago y los pueblos de su Tierra formaban una Comunidad de Villa y Tierra, institución que los agrupaba tanto para satisfacer sus obligaciones de vasallaje como para defender sus intereses frente a terceros.
La distribución urbana de Buitrago guarda estrecha relación con
su historia. El núcleo más antiguo es «La villa», es decir, la
parte más alta en el recinto amurallado (las murallas podrían
remontarse a la época árabe). La rápida saturación de este recinto
dio lugar a la aparición de dos arrabales, uno al sur, llamado San
Juan y otro al norte, al otro lado del río Lozoya, conocido como
Andarrío.
Esta estructura urbana de Buitrago se mantiene hasta hoy y estuvo
plenamente consolidada en la Baja Edad Media. Las parroquias
actuaron como elementos de referencia generadores de la trama
urbana. En la Villa, la iglesia de Santa María del Castillo, única
que se mantiene de las cuatro que todavía existían en el pueblo en
el siglo XVI, era el elemento central. Intramuros también había que
destacar la parroquia de San Miguel y el hospital de San Salvador,
fundado por el Marqués de Santillana en el siglo XV. En el barrio
de San Juan, la iglesia del mismo nombre se levantaba en la actual
plaza de Picasso, dando origen a la actual calle Real. En Andarrío,
la parroquia de San Antolín estaba levantada junto a la antigua
carretera.
Los siglos XV y XVI, época en la que el poder de los Mendoza se
asentó definitivamente, constituyeron los de mayor esplendor de
Buitrago en todo lo referido a construcción de edificios y
desarrollo urbano. Íñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana,
fundó la iglesia de Santa María del Castillo y el hospital de San
Salvador (desaparecido), compró una dehesa llamada «El bosque» como
finca de caza mayor y construyó en ella un conjunto residencial
conocido como «Las casas del bosque», compuesto de un palacio de
recreo y una capilla.
Desde el siglo XVI se puede dar por completado el proceso de
poblamiento de la zona y por eso las Ordenanzas Generales cambiaron
de orientación, tratando de protegerse del establecimiento de
nuevos vecinos con regulaciones restrictivas. El factor estratégico
perdió importancia y tomó protagonismo el económico. Una de las
mayores preocupaciones de los vecinos en esta época fue la
salvaguarda de bosques y montes. En 1787 Buitrago contaba con 155
vecinos, unos 620 habitantes, lo que supone un grado importante de
despoblación.
Con la llegada del siglo XIX, la ubicación estratégica de Buitrago
vuelve a ser protagonista durante la invasión napoleónica. El
Ejército francés rompió el cerco de resistencia en el Puerto de
Somosierra el 30 de noviembre de 1808 y ocupó a continuación los
pueblos de la comarca, Buitrago entre ellos. Todo el recinto
amurallado fue pasto de las llamas por lo que parte de la población
se vio obligada a desplazarse hacia el arrabal de San Juan.
La primera mitad del siglo XX se caracterizó por el progresivo
deterioro de sus edificios singulares, que culminó con la
destrucción del hospital de San Salvador durante la Guerra Civil y
de los últimos restos de la iglesia de San Juan. La iglesia de
Santa María del Castillo fue incendiada. A pesar de todo ello, la
ciudad no se acogió al Programa de regiones devastadas.
En la segunda mitad del siglo XX, las obras de mayor envergadura
fueron la construcción de los embalses que inundan su término,
Puentes viejas y Riosequillo, así como la estación de seguimiento
de satélites.
Parroquia de Santa María
La iglesia comenzó a construirse a principios del siglo XIV,
probablemente sobre una antigua mezquita. Fue concluida en el año
1321, si bien fue reestructurada en el siglo XV, como evidencian
las ventanas y las dos portadas de estilo hispano-flamenco. El
estilo de la nave era originalmente gótico, cubierta con una bóveda
de crucería de la que hoy aún se pueden apreciar los arranques de
los nervios en las fachadas desnudas de su interior. El ábside
tiene forma poligonal y es de mejor fábrica que el resto de la
nave, puesto que se construyó con sillares de granito bien
trabajados, en contraste con el resto de la nave, hecha con
sillarejo sin trabajar.
En 1936 ardió todo el conjunto, perdiéndose entonces los retablos,
cuadros y tallas con que contaba la iglesia. El incendio provocó
además el desplome de la techumbre gótica, la cual ha sido
transformada en neomudéjar tras la restauración realizada en 1982.
Hay que destacar aquí que el artesonado que cubre el altar mayor es
original del siglo XV, ya que procede del antiguo hospital de San
Salvador. Todas las obras de restauración fueron llevadas a cabo
por los alumnos de la escuela-taller san Francisco de Asís, en la
que se enseñan diversos oficios a chicos y chicas de edades
comprendidas entre 13 y 16 años.
Recientemente se han realizado excavaciones arqueológicas en su
entorno próximo, descubriéndose una necrópolis medieval.
Puente viejo
Sobre el río Lozoya, comunica el recinto amurallado y el antiguo
arrabal del Andarrío. Cuando el embalse está lleno lo cubre casi
totalmente dejando a la vista solo la calzada.
Recinto defensivo
El castillo de Buitrago del Lozoya es un conjunto arquitectónico
gótico-mudéjar del siglo XV con planta rectangular, siete torres y
un patio de armas central. Este recinto está enmarcado dentro de la
muralla en su esquina sureste y cuenta con un foso que lo protegía
de las invasiones. Las torres son todas diferentes entre sí,
habiendo incluso una de planta pentagonal. El acceso se realiza por
una puerta en forma de recodo que se sitúa bajo una de las
torres.
Su influencia árabe es evidente. Los materiales que se utilizaron
para su construcción fueron el ladrillo, la cal y la piedra. Las
torres presentan ladrillos colocados en bandas horizontales unidos
por cal y enmarcados por bloques de piedra maciza.
Dentro del mismo castillo, son interesantes y dignos de mención
los sistemas de cubrición mediante bóvedas constituidas por arcos
de medio punto y por aproximación de hiladas, lo que daba el toque
decorativo al conjunto defensivo. El recinto además sirvió de
palacio, por lo que también se adornó con yeserías y techumbres de
gran calidad.
El interior fue destruido por un incendio. Desde él parte un apéndice de muralla que se introduce en el embalse, y servía para cubrir, por medio de soldados, el abastecimiento de agua.
«Nada tiene más valor en el mundo que lo que no se puede comprar: el respeto, la amistad, la confianza y la fidelidad».
Eugenio Arias, el barbero de Picasso.
El museo Picasso de Buitrago del
Lozoya, en palabras de Eugenio Arias «El único museo
dedicado al arte y a la amistad», fue el primero creado e
inaugurado por la Comunidad de Madrid en 1985.
Acoge la colección que Pablo Picasso regaló a Eugenio Arias cuando
ambos vivían en Francia. Arias siempre deseó que su colección,
única por su significado, permaneciera en Buitrago del Lozoya, su
pueblo natal. Al igual que ambos soñaban con que el Guernica
volviera alguna vez a España, Arias
sentía que su deber era que esta colección permaneciera en
Buitrago.
El artista y su barbero se conocieron en 1945 en Toulouse, gracias
a Dolores Ibárruri, La Pasionaria, en un homenaje dedicado a los
republicanos españoles que habían luchado en el maqui francés
contra los nazis. Posteriormente, Picasso se instaló en Vallauris,
un pueblecito en el sur de Francia, donde también vivía Eugenio
Arias, que se convirtió inmediatamente en el barbero del pintor (es
la única persona a quien Picasso, tremendamente supersticioso, le
permite cortar su pelo). Al principio el artista malagueño acudía a
la peluquería de Arias, pero la frase recurrente que el resto
de clientes pronunciaban cuando le veían: «después de usted», lo
incomodaba, pues no quería ningún tratamiento especial, y propició
que fuera el barbero quien se trasladara a la casa del artista para
cortarle el pelo. Como Eugenio no tenía coche Picasso le regaló uno
para que pudiese acercarse hasta su casa.
Arias se convirtió en su amigo y confidente. Representaba para el
pintor la más genuina expresión de España. Y Picasso era para Arias
«mi segundo padre», como decía orgulloso. Los unían sus
convicciones éticas y sus ideas políticas, sus pasiones y su amor
por España.
La amistad entre Arias y Picasso duró hasta la muerte del pintor.
Como Picasso no pudo ver cumplido su sueño de regresar a España,
cuando murió Arias y Jackeline, la última esposa de Picasso, lo
amortajaron con una capa española negra fabricada en la célebre
casa Seseña de Madrid. Fue Arias quien veló en solitario el cadáver
del artista en Mougins.
El barbero de Picasso falleció con 98 años en Vallauris, el 28 de
abril de 2008, una semana después de que la Comunidad de Madrid le
concediera la medalla de plata.
El núcleo principal de la colección está formado por obras
regaladas y dedicadas por Picasso a Eugenio Arias. Este conjunto,
de naturaleza muy variada, reúne dibujos, obra gráfica, cerámicas,
carteles, libros dedicados y otras obras singulares como una caja
de útiles de peluquero pirograbada y una placa de cagafierro.
Forman parte del conjunto, varias fotografías de André Villers,
aportadas por Arias al Museo en la década de los noventa y un busto
escultórico de Picasso realizado por Francisco Aguilar.
A este núcleo se suman ocho piezas de cerámica procedentes de la
colección de la antigua Diputación Provincial de Madrid, que se
incorporaron a la colección Arias a finales de la década de los
ochenta. Las últimas adquisiciones realizadas por la Comunidad de
Madrid han sido dos estampas, en el año 2005 a través del 1 %
cultural, tres fotografías de David Douglas Duncan en el año 2011 y
dos donaciones de obras. La colección actualmente se compone de un
total de 75 piezas.
La mayor parte de las piezas pueden ser datadas con precisión
entre octubre de 1948 y diciembre de 1972.