Hace más de veinte años que conocí a Miguel en la Escuela de Arte. Desde el primer número de Solana (hace ya nueve años), sus viñetas nos han hecho pensar con una sonrisa. Miguel tiene muchas cualidades, pero cada mes me lleva al borde del infarto con esa maldita costumbre tan española de dejar todo para el último momento.
Miguel Ángel Arqués nació en el Mediterráneo, como en la canción, un 2 de marzo de 1965. A los 6 años se trasladó de Murcia a Madrid, donde comenzó a copiar Mortadelos y Sacarinos. De padre delineante, se crio rodeado de lápices, tiralíneas, cartabones y demás archiperres de pintamonas. Sus profesores pronto se dieron cuenta de sus dotes artísticas por los innumerables garabatos que realizaba durante las horas lectivas en cuadernos, libros y pupitres, por lo que recibió continuadamente de ellos multitud de premios (lo que pasa es que en esa época se llamaban «castigos» porque eran los tiempos de Franco). Así, llega a los 12 años y dibuja su primer cómic completo: una versión humorística de seis páginas de la película Tiburón, que le valió las congratulaciones de su progenitor por catear varias asignaturas de 7º de E.G.B. En los 80 recibe las
nefastas influencias de revistas de cómic como Totem, 1984 o El
Víbora, que marcaron su degenerado estilo de dibujo para siempre,
aunque siempre se considerará alumno de Ibáñez y de Vázquez, y gran
admirador de Forges. Aunque realizó un curso monográfico de Dibujo
del natural en la Escuela de Artes y Oficios, otro de Diseño
gráfico en el Centro Español de Nuevas Profesiones y otro de Diseño
publicitario en el Centro del Diseño y la Comunicación, se
considera autodidacta, que siempre queda mejor. Por entonces,
comenzó la carrera de Periodismo en la Universidad Complutense de
Madrid y, al poco, consiguió un puesto como oficial de 3.ª en
reprografía. Trabajar, estudiar y pasarlo bien era muy difícil todo
a la vez, así que tomó la difícil decisión de abandonar los
estudios y seguir con lo de trabajar y, sobre todo, pasarlo bien.
En los 90, trabajó como oficial de 1.ª fotomecánico en el Instituto
Geográfico Nacional y comenzó a colaborar con una agencia de
prensa, dibujando durante ocho años siete viñetas de humor político
y de actualidad a la semana (Echando la cuenta…¡más de 20.000
viñetas!), hasta que consiguió hundirla antes del fin de siglo. Por
el camino tuvo dos hijos y todavía recuerda, con lágrimas en los
ojos, aquellas tardes dibujando con una mano y dando papilla con la
otra, para entregar a tiempo sus siete viñetas por fax (sí, era la
Prehistoria, chavales). Ya en el año 2000, en un arrebato
milenarista, se fue a hacer el indio al campo cacereño, al precioso
pueblo de Valverde de la Vera, dedicándose en cuerpo y alma a la
cría de niños y de gallinas, bueno, y a editar un fanzine que se
llamó La Chasca, donde nació su novela gráfica ¡Vida de Pollo!,
recalando finalmente en el 2005 en Plasencia, ciudad donde reside
actualmente. Desde su origen, colabora en la revista Solana con una
página de humor y, después de ocho años, milagrosamente no ha
logrado cerrarla. Actualmente también colabora con sus historietas
e ilustraciones en la revista digital de comics Exégesis, en
Fanzipote, el fanzine más potente, editado en papel desde Córdoba,
y donde le dejan. Además, está publicando su cómic ¡Vida de
Pollo! en el blog SerieB comics (podéis visitarlo que es gratis),
aunque se está planteando seriamente la autoedición en papel,
cuando le toque la lotería (si jugara…).
Miguel Arqués