Terzaga es un pueblo de orígenes remotos, con el nombre Tercage y Tercegüela, aparece en algunos documentos del señorío molinés del siglo XII siempre en relación a sus salinas. De origen bereber, la palabra Tercage significa sabinar.
Debido a su emplazamiento junto al río Bullones, y con algunos de sus vallejuelos en cuencas de arroyos salinosos, Terzaga fue, y sigue siendo, un pueblo de salinas; viejas fuentes de riqueza cuya explotación en ocasiones, como en esta, se ha preferido cesar, aunque hace siglos fueron más estimadas que los bosques, que los buenos terrenos de cultivo y que los propios pueblos.
Según la tradición oral hubo un castillo árabe en la conocida como
Peña del moro. También quedan restos de torres de vigilancia y en
los manantiales de Fuentejimena aparecieron fragmentos cerámicos
islámicos. El topónimo de este último paraje tiene reminiscencias
cidianas. Por aquí debió pasar Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid
Campeador, en su viaje de Burgos a Valencia en el siglo XI.
Terzaga debe su fama en gran parte a sus salinas, que fueron muy
importantes durante la Edad Media. El conde D. Pedro Manrique de
Lara las cedió al monasterio de Santa María de Huerta y luego la
quinta señora, doña Blanca, en su testamento de 1293, las donó a su
caballero Juan Fernández. En el siglo XIV, cuando el señorío se
entregó al rey Pedro IV de Aragón, este se las legó a su cortesano
García de Vera. Pasaron poco después al mayorazgo molinés de los
Mendozas de Molina, condes de Priego, a partir del siglo XV.
Terzaga siempre ha vivido de la agricultura (cultivo de cereal) y
la ganadería (principalmente ovina). Los extremos inviernos
obligaban a practicar la trashumancia, trasladando los rebaños por
la cañada conquense hasta Sierra Morena.
Entre los personajes ilustres de Terzaga figuran Victoriano López
Gonzalo (1735-1805), obispo de Tortosa, y Francisco Fabián y Fuero
(1719-1801), obispo de Puebla de los Ángeles (México) y arzobispo
de Valencia. A este último, clérigo ilustrado y filántropo, se debe
la construcción de la iglesia de Terzaga. También dotó al pueblo de
maestra para la enseñanza de las niñas. Hizo una fuente, habilitó
un camino, levantó la torre con reloj del ayuntamiento y compró
casa para el maestro.
Terzaga siempre fue un pueblo pequeño, en 1850 contaba con 190
almas y un siglo después había crecido hasta 290 personas. En el
año 2014 solo 19 personas habitaban de continuo el pueblo. Durante
el verano el pueblo se llena con los jubilados y los niños que
aprovechan las vacaciones estivales para devolverle la vida.
Caminando por sus calles se pueden ver numerosos ejemplos de
arquitectura popular, abundando en ellos las rejas y los hierros de
gran belleza. En las afueras del lugar, sobre la Rambla, se puede
admirar una gran casona molinesa con buen número de portalones,
rejas, escudos, etc., en su fachada. Es una obra del siglo XVII,
perteneciente a una familia de ganaderos del lugar. De mucha
devoción es la ermita de Nuestra Señora de la Cabeza, en los montes
cercanos.
Sin duda el edificio más representativo de Terzaga es su iglesia,
obra del arquitecto José Martín de Aldehuela, el "Borromini
español", se construyó entre 1772 y 1778. Junto a la catedral de
Sigüenza, la parroquia de Alcocer, o Santa María de la Peña, en
Brihuega, es uno de los ejemplos más relevantes de la arquitectura
religiosa en la provincia de Guadalajara. De entre las más de
500
iglesias que en ella existen, la de Terzaga está, sin ninguna
duda, entre las diez primeras. El templo es uno de los pocos
ejemplos de barroco rococó español. La encargó y pagó el entonces
arzobispo de Valencia, Francisco Fabián y Fuero, natural de
Terzaga. Tiene una torre campanario coronada con un chapitel de
principios del siglo XX, muy similar al Giraldo de Molina de
Aragón. La portada procede de una iglesia anterior del siglo XVII.
Cuenta con una sola nave de esbeltas y simétricas proporciones y,
sobre el crucero, una linterna octogonal de ladrillo. Sorprende la
belleza de su decoración interior con motivos ornamentales en
escayola, múltiples efectos lumínicos a partir de los óculos, los
lunetos y ventanales diversos, hornacinas, cornisas, líneas curvas
y abovedamientos. Son interesantes los retablos que conserva, el
principal con una talla de la Asunción. En verano de 1996, gracias
a la colaboración de todo el pueblo, se reacondicionó el interior
del templo. En 2010 se restauraron el tejado, la fachada y el atrio
exterior. Desafortunadamente hay algunas intervenciones en la
restauración del edificio que desmerecen el conjunto, como la
pintura de la bóveda central que más bien parece obra de algún
aficionado bastante chapuzas. El profesor Muñoz Jiménez dice
respecto a este templo: «En general la iglesia de Terzaga sorprende
por la variedad, y la calidad, de los motivos ornamentales en
escayola, y por la multiplicidad y fantasía de los efectos
lumínicos conseguidos por medio de los óculos, los lunetos y
ventanales diversos» (muchos de ellos hoy tapados).