Situado en las lejanas tierras del señorío de Molina de Aragón, Cobeta es un pueblecito de angostas calles y robustas casas de piedra rosada. Su caserío está dominado por la única torre que se conserva de su antiguo castillo.
Cobeta es uno de esos pueblos que no pilla de camino a ninguna parte.Como muchos otros pueblos de Guadalajara, pese a tener 120 habitantes, parece abandonado. Solo la ropa tendida en alguna de sus ventanas y una cuadrilla de albañiles que levantan una enorme casa en la plaza del pueblo dan testimonio de que la vida late todavía en el pueblo. Cobeta no tiene tiendas ni industria de ningún tipo. Sus vecinos, la mayoría jubilados, se abastecen de vendedores ambulantes que los
aprovisionan una o dos veces por semana. Tiene un pequeño bar, que abre los fines de semana y sirve como punto de encuentro a los vecinos y domingueros los días de fiesta.
La localidad está incluida en el Parque natural del Alto Tajo. El
elemento más característico es su torre cilíndrica, que domina el
caserío desde un cerro. El nombre del pueblo procede de «cubo» y
hace alusión precisamente al único elemento que se conserva de la
torre del homenaje del antiguo castillo. Durante muchos años solo
se mantuvo en pie la mitad de la estructura, pero en el año 1997 se
procedió a su completa restauración. El castillo original constaba
de un recinto cuadrado, con cubos en las esquinas y una torre del
homenaje cilíndrica rematada con almenas.
Las casas de Cobeta son sólidas construcciones levantadas con
piedra arenisca roja, muy abundante en toda la zona. Dentro del
casco urbano el edificio más notable es la iglesia parroquial,
situada en la angosta plaza del pueblo. Es un edificio enorme con
una torre cuadrada que hace las funciones de campanario. Sobre el
arco de la entrada está grabado el año en que concluyeron las
obras, 1753. El interior consta de una gran nave que contiene un
bello retablo, fechado a finales del siglo XVII, obra del maestro
Juan de Sancho. El retablo comparte protagonismo con un órgano
enorme situado en el coro alto, del cual los cobetanos se sienten
muy orgullosos. También hay que destacar las dos hermosas fuentes,
una fechada en 1932 y con un largo y estrecho pilón, ideal para que
abrevaran las caballerías y la otra situada en la plaza, que parece
mucho más moderna.
En el término municipal, sobre el valle del río Arandilla, existe
un lugar de gran belleza cuyo paisaje recuerda un poco al santuario
de la Virgen de la Hoz. Se trata de la ermita de Nuestra Señora de
Montesinos, un sencillo edificio con portón adovelado. En su
interior se encuentran numerosos recuerdos marianos. La leyenda
cuenta que cierto día se le apareció la Virgen a una pastorcilla
manca y le ordenó que avisara al capitán moro Montesinos, que
guardaba el castillo de Alpetea para el rey de Valencia, y le
anunciara que ante él haría un gran milagro. La Virgen restituyó a
la pastorcilla el brazo que le faltaba, y el capitán, impresionado,
se convirtió al cristianismo y erigió en aquel lugar una ermita. En
ella se reúnen las gentes de todos los lugares del entorno (Cobeta,
el Villar, la Olmeda, Torremocha, Torrecilla, Selas, Anquela y
Aragoncillo) en romería la víspera de la Asunción.
Antiguamente Cobeta era famosa por sus minas de hierro, pero se
dejaron de explotar debido a que el material que se obtenía era
demasiado fuerte y no se fundía bien con el material más común que
se extraía de otros lugares. El pueblo contaba con dos herrerías,
que fueron incendiadas por las tropas carlistas del general
Balmaseda el día 6 de abril de 1840. Durante la guerra de la
Independencia la resistencia instaló en el pueblo una fábrica de
fusiles de la que hoy no queda ni rastro.