Revista 93
Número 93

Topillo campesino

 

El topillo campesino ha aparecido en las noticias en los últimos años, debido a las explosiones demográficas cíclicas que experimentan sus poblaciones de la Cuenca del Duero, donde produce importantes daños a las cosechas, especialmente en campos de regadío de remolacha, alfalfa y girasol.

 

Es un pequeño roedor, los adultos llegan a medir de 8 a13 cm de longitud de los que un cuarto corresponden a la breve cola. De constitución rechoncha, con orejas cortas, nada sobresalientes y cabeza ancha, el color dorsal es pardo-amarillento, y el ventral blanco-grisáceo; los jóvenes son grisáceos y no hay dimorfismo sexual en cuanto a color y porte. Es muy semejante al ratón de campo Microtus agrestis, del que se distingue con dificultad.

 

Topillo-campesino

 

Hábitat y costumbres

Los topillos viven principalmente en campo abierto, prefieren áreas de pasto abundante como prados, cunetas o campos de regadío. Por esta razón, los hogares y edificaciones que estos roedores pueden infestar tienden a estar cerca de ese tipo de campos. También se les puede encontrar invadiendo establos y graneros.


Los topillos también son conocidos como ratones de campo, ratones del prado o ratones campesinos; sin embargo, son especies diferentes. Los topillos pueden invadir hogares, pero, a diferencia del ratón doméstico, no establecen una población reproductora en el interior. Debido a que son muy malos escaladores, a menudo se les asocia con los niveles inferiores de las edificaciones. En el exterior establecen un sistema bien definido de caminos, para lo que normalmente construyen túneles debajo de la vegetación. A veces estos caminos están en la tierra justo debajo de la superficie. Vive en colonias, en madrigueras bien visibles en los campos de cultivo con varias entradas, unidas en superficie por caminos estrechos fácilmente distinguibles. No produce levantamiento de la tierra, como sí hacen los topos. Las entradas están unidas subterráneamente por galerías, que conducen a un nido esférico a una profundidad de entre 20 y 30 cm, y suelen contener almacenes de comida. También se les conoce por hacer huecos en los troncos de los árboles frutales, lo que con frecuencia provoca la muerte de estos.


Aunque son activos durante el día, todavía lo son más durante el crepúsculo y la noche, alternando periodos de actividad y reposo de unas 2 o 3 horas.


Se sabe que la quema de rastrojos es inútil como medida de control de sus poblaciones, puesto que sus madrigueras son más profundas de los 10 cm en los que se siente el aumento de temperatura producido por el fuego. Los individuos supervivientes simplemente emigran al campo más cercano al haberse agotado los recursos en el campo quemado.


Así mismo, los topillos son capaces de advertir que un campo se está arando, desplazarse fuera de la parcela, a una linde o una cuneta, y esperar a que se termine la labor para asentarse de nuevo.
Son presa habitual de cualquier carnívoro, como zorros, garzas,  rapaces o córvidos. Por esta razón es importante el mantenimiento de las poblaciones de sus depredadores, que favorece el control natural de las poblaciones de topillos.

 

Alimentación

Comen todo tipo de vegetales a su alcance, excepto los que le resultan tóxicos, como es el caso del estramonio, aunque tienen una predilección especial por los campos de alfalfa. Además, pueden alimentarse de grano y frecuentemente roen la corteza de los árboles frutales, impidiendo el paso de la savia.


Se comen las remolachas dentro de la tierra, produciendo la podredumbre de la raíz y su pérdida; también roen los tallos de la planta del girasol, causando el tumbado de la planta, y posteriormente devoran sus pipas como un auténtico manjar.

 

Reproducción

Como ya hemos dicho, construyen su nido en una cavidad esférica subterránea, a entre 30 y50 cm de profundidad, que comunican con el exterior por varias galerías.

 

Clasificación
científica

Nombre común:

Topillo campesino

Nombre científico:

Microtus arvalis

Familia:

Cricetidae

Orden:

Rodentia

Longitud:

8-13 cms.

Peso:

30  gr.

Longevidad:

12-14 meses

Estatus:

Residente

Se trata de una especie poligínica, en la que cada macho fecunda a un cierto número de hembras. Cada hembra está dotada de cuatro pares de mamas, y pare cada vez entre 2 y 11 crías, después de una gestación de entre 21 y 22 días.


Se reproducen durante todo el año, aunque en el Pirineo se ha observado estacionalidad reproductiva. La madurez sexual se alcanza en un mes en el caso de las hembras y en dos meses en el caso de los machos.


La mortalidad en las primeras fases de la vida es muy alta, pero cuando las circunstancias son favorables, con pocos depredadores y mucho alimento, la elevada tasa de natalidad facilita que se produzcan explosiones demográficas. El rápido crecimiento y maduración permite que se sucedan varias generaciones en un solo año.


Sus explosiones demográficas, que causan plagas, han sido relacionadas por algunos autores con el considerable aumento en los últimos años de la superficie de cultivos de regadío en las comarcas del Duero y con los ciclos depredador-presa. Las lluvias otoñales intensas parecen perjudicar la reproducción del topillo.


Mientras que en una situación de población estabilizada la densidad de topillos por hectárea es de unos 5 a 10 individuos, durante los periodos de explosión demográfica se han contabilizado más de 1.200 individuos por hectárea.

 

Distribución

La subespecie típica, M. arvalis arvalis, se extiende desde Rusia Central a través de Europa Central hasta la costa atlántica de Francia. Alcanza la Península Ibérica, encontrándose en los Pirineos Occidentales y Centrales, pero está ausente de las Islas Británicas, de las regiones septentrionales y de la Europa Mediterránea. La subespecie ibérica, M. arvalis asturianus, de tamaño algo mayor, se extendía por las montañas que rodean el valle del Duero, pero desde 1980 su área se ha expandido a las tierras bajas y al Sistema Ibérico.

 

Nido-topillo

 

Plagas

Las poblaciones del Duero presentan desde hace 20 años ciclos demográficos conocidos también de otras especies de la subfamilia arvicolinos, con oscilaciones cuyo período típico es de tres o cuatro años. En condiciones normales, la densidad típica es de 5-10 individuos por hectárea, pero en los máximos puede superar ampliamente los1.200 individuos. En la fase normal los machos son muy territoriales; durante las fases de explosión demográfica la organización social se debilita. El hábitat normal son las manchas de vegetación natural, herbácea o de matorral, pero cuando crece la densidad se extienden a prácticamente todos los ambientes dentro de su área de distribución.
En 2007 los campos de Castilla y León se vieron seriamente perjudicados por este pequeño roedor. En el valle del Duero y en las montañas circundantes existe una subespecie propia, algo mayor que la típica. Se calcula que en agosto de 2007 el número de ejemplares era de 750 millones, que ocupaban una extensión de 2 millones de hectáreas.


Un estudio liderado por científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha analizado los factores asociados a esta rápida colonización y los resultados, que se han publicado en la revista Biological Invasions, muestran una relación con los cambios de uso del suelo.


Según apunta este trabajo, la colonización de los topillos de campo está relacionada con el incremento de hábitats idóneos para este roedor, como los cultivos de alfalfa y los de regadío. «Estos paisajes son muy favorables para que se asiente el topillo, ahora forman parte de los ecosistemas agrarios de esta zona. Por tanto, es necesario encontrar métodos de prevención y control de plagas que sean duraderos, económicamente viables y que no sean dañinos para el medioambiente», explica Francois R. Mougeot, investigador del CSIC en la Estación Experimental de Zonas Áridas.


La mayor presencia de este roedor ha provocado, según apuntan los investigadores, daños a la agricultura y ha contribuido a la transmisión de enfermedades a humanos, como la tularemia (propia de pequeños roedores y que en el hombre puede provocar fiebre alta, inflamación de los ganglios linfáticos, vómitos, diarrea…). También, señalan, ha creado conflictos por los métodos empleados para luchar contra estos animales y los perjuicios que ocasionan a otras especies, como ocurrió durante la plaga de topillo campesino de 2007-2008.


El siguiente paso que se propone este equipo científico es entender mejor las dinámicas poblacionales de los topillos y qué provoca un aumento poblacional en las zonas agrícolas que ya están colonizadas. «Esto permitiría anticipar próximas plagas, y buscar mejoras en las herramientas de control y prevención», concluye Mougeot.

 
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