Al norte de Atienza se esconden un racimo de pueblos desconocidos para la inmensa mayoría. Casillas linda con la provincia de Soria y está situado en un páramo de amplias vaguadas y cerros bajos. Su término municipal está prácticamente desprovisto de árboles, acaso pequeñas islas de chopos u olmos salpican el desolado páramo.
Posiblemente no hubiese llegado a Casillas si no me hubiera perdido. He de confesar que no era mi objetivo llegar a esta diminuta aldea, de la cual apenas hay referencias en los libros que hablan sobre los pueblos de la provincia de Guadalajara. Parece que aquí nunca ha pasado nada reseñable. Apartada de las rutas turísticas, por aquí no pasó El Cid, tampoco Don Quijote; ni tampoco dejaron huella las guerras que han asolado nuestro país a lo largo de la historia. Casillas es tan pequeño que los acontecimientos han pasado de largo.
Pocas referencias históricas podemos encontrar de este lugar. En el
año 1845 el diccionario Madoz que compilaba los datos estadísticos
e históricos de los pueblos de España decía de esta localidad:
«Situado En llano y combatido por el viento del norte su clima es
frio, y las enfermedades más comunes, pleuresías y fiebres
catarrales: tiene 20 casas, la de ayuntamiento, escuela de
instrucción primaria, concurrida por 10 alumnos, bajo la dirección
de un maestro, sacristán y secretario de ayuntamiento. Dotado con
20 fanegas de trigo por los tres cargos, y una iglesia Parroquial
(San Clemente), aneja a la de San Salvador de Atienza: confinan el
término N. Barcones (1 legua); E.
Romanillos (3/4); S. Atienza (l), y O. Bochones (1/4); dentro de esta circunferencia, se encuentra un paseo con arbolado y una fuente de agua dulce, de la que se surte el vecindario para beber y demás usos domésticos: el terreno es arenisco y de mediana calidad; caminos, los que dirigen á los pueblos limítrofes, de herradura y en buen estado: correo se recibe en una administración de Atienza, los martes, jueves y sábados, sale lunes, miércoles y viernes y su conducción se hace por carga vecinal, Producción: trigo común, centeno, cebada, avena, patatas, bisaltos y col basta; cría ganado lanar, vacuno, mular y asnal, poca caza de conejos, perdices y en su tiempo codornices. Industria: la agrícola y algunos telares de sayales bastos: Comercio, importación de combustible y otros artículos de primera necesidad, Población: 18 vecinos, 60 almas».
La escasa población del lugar aún se vio más mermada con el éxodo
rural hacia las ciudades en los años 60 y 70. La mayoría de los
vecinos de Casillas emigraron a Barcelona siguiendo la llamada de
algún familiar. Los que no quisieron marchar tan lejos se fueron a
la cercana Sigüenza y los menos a Guadalajara o Madrid. En la
actualidad, en el pueblo solo viven dos personas durante todo el
año, pero en verano los que emigraron a la ciudad y sus
descendientes regresan puntualmente a este oasis de
tranquilidad.
Hubo un momento en que el pueblo estuvo a punto de desaparecer: con
el paso inexorable de los años las casas se fueron hundiendo y el
lugar parecía condenado a pasar a la larga lista de pueblos
abandonados de la provincia. Pero aquellos que se fueron nunca lo
olvidaron y a finales de los ochenta poco a poco se fueron
recuperando las casas que estaban en estado ruinoso. No lo hicieron
de cualquier manera, conservaron el estilo y la estética de las
casas originales del pueblo: Construcciones sobrias de arenisca
roja y sólidos muros. Ningún edificio desentona, todo el caserío
desprende armonía y solo las paredes verdes del frontón contrastan
con los muros rojizos. El edificio más notable de Casillas es su
iglesia románica del siglo XI. Situada en la plaza mayor es un
edificio sobrio.En otro tiempo tuvo un pórtico con doble arco,
actualmente uno de los arcos se ha cerrado y el otro tiene una
verja de hierro, fechada en 1893, que precede al arco de la puerta
del templo, adornado con baquetones sencillos y modillones de bolas
y adornos en piedra. El interior es tan sobrio como su exterior.
Después de su restauración desapareció el retablo y nadie conoce
cuál ha sido su paradero. Sobre las casas sobresale la espadaña
triangular, que tiene dos huecos para las campanas.
A unos doscientos metros a las afueras del pueblo se halla la
fuente manantial, de la que mana una de las aguas más preciadas de
la comarca y que es el orgullo de los vecinos del lugar.
La fiesta mayor, antaño, se celebraba el día del Corpus. Debido a
la despoblación, se trasladó al 16 de agosto, festividad de San
Roque. El patrón de Casillas, es San Clemente (23 de Noviembre).
Cuando el pueblo estaba más poblado había procesión y baile y los
hombres de la hermandad comían sardinas y bebían vino. Con el éxodo
de sus habitantes la fiesta dejó de celebrarse.