En las estribaciones de la sierra de Pela, rodeado de cerros pelados, peinados por el arado y transitados antaño por numerosos rebaños, se encuentra Bochones, situado a 10 kilómetros al norte de Atienza, Ayuntamiento al cual pertenece.
El páramo austero está poblado por robles, tierras rojas donde se cultiva el cereal y arbustos. Desde la carretera da la impresión de ser uno de esos pueblos anodinos que nada tienen de particular. Más que un pueblo al uso tradicional, Bochones es un conjunto de casas dispersas entre las cuales aparecen amplias calles, eras en desuso y solanas pobladas por bancos vacíos. Pese a su reducido tamaño Bochones tiene dos barrios: en el de arriba se encuentran el edificio del viejo ayuntamiento y el consultorio médico en una casona pintada de verde. Siguiendo la calle llegamos al barrio de abajo donde se encuentra el edificio más importante del pueblo, la iglesia de San Juan Evangelista. El muro de su espadaña forma parte del frontón, único espacio de ocio del que dispone el pueblo.
La plaza es un amplio espacio vacío en cuyo centro una fuente, construida en 1933, y una solitaria farola se hacen compañía en los largos días de verano y en los fríos de invierno. El caserío tiene las características típicas de la zona: robustas y sobrias casas de piedra arenisca roja. Si bien las construcciones no guardan la armonía de casillas, el pueblo vecino, son pocas las casas de moderna factura.
Los dos barrios de Bochones se encuentran separados por una enorme
casona rodeada de una valla de piedra. En uno de los laterales de
esta valla se encuentra una hermosa fuente con un piloncillo donde
antaño debieron abrevar las caballerizas.
Pero de todas las construcciones destaca su iglesia parroquial
dedicada a san Clemente. Situada a las afueras del pueblo, es un
claro ejemplo del Románico Rural de principios del siglo XIII.
Destaca su espadaña sobre el muro de poniente, de remate triangular
y una portada muy sencilla, de arco semicircular, en el muro
meridional. El interior tiene una sola nave y guarda un hermoso
retablo mayor de estilo plateresco del primer tercio del siglo XVI,
posiblemente elaborado en los talleres de Sigüenza, compuesto por
bellas tallas de santos y santas y algunas pinturas sobre tabla que
recuerdan el estilo de Juan Perea, especialmente los grupos de
profetas y sibilas con carteles. Otro elemento destacable es la
pila bautismal, decorada con gruesos gallones separados de la basa
por una soga.
En su término municipal también se puede ver una sencilla ermita
dedicada a la virgen de Torralba. En su interior se venera una
pequeña e interesante talla románica de la virgen, que ha sufrido
varias restauraciones no muy afortunadas.
Este pequeño lugar de la serranía atencina perteneció, desde la
reconquista y durante la posterior repoblación en el siglo XII, al
común de la Villa de Tierra de Atienza. Según el censo de 2009
tiene 7 habitantes, que posiblemente en la actualidad sean menos.
Sin embargo, a pesar de su aislamiento, los pocos habitantes que
hoy quedan en Bochones, poseen un carácter afable y servicial que
contrasta con el carácter desconfiado y agrio de los de otras
comarcas de la provincia de Guadalajara.