Revista 99
Número 99

VolandoAvión zapador

Es el menor de nuestros aviones y golondrinas. La combinación de su pequeño tamaño, color pardo y banda en el pecho resulta clave para identificarlo. Instala sus densas colonias casi exclusivamente en taludes de ríos y graveras, donde excava un túnel en el que nidifica. Escaso en nuestro país como nidificante y sujeto a fluctuaciones, España constituye una zona de paso durante la migración de una parte importante de la muy abundante población europea.

 

Aunque sea el menor de nuestros aviones y golondrinas, solo es ligeramente más pequeño que el resto. Exhibe partes superiores de color pardo mate e inferiores blanquecinas. Posee alas largas y apuntadas, que en vuelo destacan por su parte inferior y anterior más oscura. Tiene la cola corta levemente ahorquillada, patas cortas sin emplumar, boca muy ancha y pico corto, plano y negro. Resulta característica la ancha banda transversal de color pardo en el pecho. No hay dimorfismo sexual y los jóvenes son muy similares a los adultos: presentan la cabeza, el cuello y el bajo vientre teñidos de color beige, en tanto que las plumas del dorso y la cabeza muestran bordes pálidos. El avión zapador suele observarse en grupos, tanto en vuelo como posado en taludes y cables. Este hirundinido está más ligado al agua que otros aviones y golondrinas.

 

Hábitat y costumbres

Especie muy gregaria, forma bandos muy numerosos y en migración la cantidad de aviones zapadores que pueden observarse cruzando los Pirineos y por las costas mediterráneas es incalculable. En vuelo se le distingue bien de otros hirundínidos con los que se mezcla, ya sea por su color terroso o por el vuelo más rápido y rectilíneo, sin hacer los pronunciados descensos que

Clasificación
científica

Nombre común:

Avión zapador

Nombre científico:

Riparia riparia

Familia:

Hirundinidae

Orden:

Passeriformes

Envergadura:

28 cm.

Longitud:

12 cm.

Peso:

10-15 g.

Longevidad:

hasta 5 años

Estatus:

Migrador

caracterizan el vuelo de golondrinas y vencejos. Normalmente frecuenta masas de agua somera con vegetación palustre y marismas y riberas de ríos con taludes y cortados donde se establece para criar. En migración se reúne en enormes grupos en carrizales de Typha y Phragmites para dormir, sorprende que en tan poco espacio pueda haber tantos. También vuela a gran altura y entonces es difícil distinguirlo de los demás hirundínidos.


En el mes de agosto, y a veces en los últimos días de julio, todos los jóvenes aviones zapadores se reúnen en lugares apropiados, casi siempre en alguna zona palustre, y entonces puede observarse bien que su plumaje se parece al de los adultos, pero las partes superiores están franjeadas o rayadas con pardo rojizo o gris blanquecino, especialmente en el obispillo o rabadilla; además, la garganta y el mentón son parduzcos, no de color pardo como en los adultos. Entre los aviones que se ven en migración se observan diferentes tonalidades en la coloración de pájaros adultos.
Aunque menos que las golondrinas, los aviones zapadores se posan también en cables del tendido eléctrico o telefónico y a baja altura en plantas que caen sobre el agua, ramas e incluso raíces sobresalientes. No es un pájaro muy expresivo en sus manifestaciones vocales. Al volar emite un corto y quizá áspero «¡¡chrrip!!» y si nos aproximamos mucho a su colonia salen volando, lanzando un débil «¡¡rit!!» o «¡¡brrit!!» A partir de mediados de abril puede oírseles cantar con un débil gorjeo melódico, pero pobre de expresión. Cantan más en mayo y casi todo junio y solo de forma ocasional en julio y agosto.


Las colonias que se suelen ver en Iberia están muy dispersas y no son ciertamente muy numerosas, faltan o su densidad es muy baja en todo el Cantábrico y Galicia. En Asturias muchas se encuentran en cortados hechos hace relativamente pocos años para la construcción de carreteras y, por supuesto, no lejos del curso de un río. Lo corriente son pequeñas colonias de 6-10 parejas. Las mayores están formadas por 25-100 parejas en taludes de ríos del centro, oeste y sur de Iberia. Las colonias pueden aparecer completamente abandonadas un año y permanecer así varios hasta que vuelven a ser florecientes. Los adultos retornan a la misma varios años consecutivos si sobreviven a su larga invernada en África. Incluso ocupan el mismo agujero como ha demostrado el anillamiento.


Alimentación

Comen volando bajo sobre la superficie de las aguas y la vegetación acuática y palustre. Muy a menudo en zonas de abundantes mosquitos y en charcas y basureros donde la fermentación es fuerte. También acuden a tierras cultivadas y se suelen ver cazando en ríos a ras del agua. La dieta se basa en insectos voladores de pequeño tamaño. Las piezas más consumidas son moscas, mosquitos, chinches, avispas, hormigas y efímeras. La técnica de captura consiste en persecuciones a baja altura, sobre todo cerca del agua, en solitario o en grupos pequeños y cerca del nido.

Entrada-a-nido

Reproducción

Anida en colonias situadas en cantiles, taludes terrosos o arenosos de ríos y charcas o excavaciones abandonadas. En La Mancha se han encontrado nidos en el interior de pozos. También en canteras. Allí, excavan un largo túnel, de 70-100 cm, al fondo del cual hacen una cámara o ensanchamiento que, según se ha visto, tiene unas dimensiones ligeramente inferiores a las del nido de barro de un avión común. El túnel es horizontal y recto, pero si el pájaro encuentra un obstáculo, piedra o raíz, lo rodea. La cámara está recubierta en el fondo por trozos pequeños de paja seca y plumas, casi siempre de gallina, unidas entre sí con algo de saliva. Ambos sexos trabajan en la excavación del túnel, empresa fácil normalmente porque escogen lugares donde la arenisca y la tierra están poco ligadas. La boca de entrada varía mucho, por el desgaste de las uñas de los pájaros posándose en sus bordes o por la naturaleza del terreno. Algunas entradas son extraordinariamente pequeñas impidiendo el paso a dos pájaros a la vez y otras se agrietan y quedan muy abiertas. Los nidos suelen estar a una altura muy variable del suelo. Una pequeña colonia estudiada en León se hallaba situada a 90-110 cm del suelo, que en este caso era la superficie del agua del río. Además, el talud tenía cierta inclinación hacia adentro de forma que naturalmente los agujeros quedaban protegidos de la fuerte lluvia. Frente a este talud había otro más alto y extenso que los pájaros no habían usado nunca, quizá por la dureza de la tierra que no les permitía excavar bien.


La puesta es normalmente de 5-6 huevos. Muchas veces de 7, algunas de 8 y rara vez de menos de cuatro. Son blancos y la cáscara es tan fina que pronto se nota la marcha de la incubación.
Las puestas son relativamente tardías y es raro encontrar en el norte de Iberia alguna completa antes del 15 de mayo. Lo normal es que para finales de este mes ya todas las colonias marchen al unísono en la reproducción, de forma que los pollos de la primera puesta nazcan a la vez en todos los agujeros. Parece que ambos sexos incuban de forma alterna durante un periodo entre 12 y 16 días. También ambos adultos ceban y lo hacen con intensidad, de manera que los pollos pueden asomar del nido a los 13-15 días, pero normalmente no vuelan antes de los 16-19 días.


Desplazamientos

Las aves ibéricas invernan sobre todo en el Sahel. La migración es prolongada, con un acusado desfase entre el norte y el sur y con abundante paso de aves del oeste de Europa. Los aviones zapadores regresan a España entre febrero -incluso enero- y abril, con el máximo en marzo. Los machos de más edad son los primeros en volver. Abandonan la Península entre agosto y octubre, con el máximo en septiembre. En primavera se quedan en nuestro país muchos ejemplares nacidos en países del norte, donde, en cambio, hay bastantes recuperaciones de aves ibéricas. Tras la reproducción forman dormideros, compuestos a veces por miles de individuos y, normalmente, mixtos con golondrinas. Los jóvenes ocupan los dormideros más tiempo y cambian de lugar con mayor frecuencia.


Amenazas y Conservación

La tendencia de la población ibérica, sujeta a grandes fluctuaciones, es desconocida. Debió de tratarse de una especie más común en el pasado, antes de la sistemática destrucción de nuestros ríos por las canalizaciones y la construcción de embalses, y previamente al declive ocasionado por las sequías de la región subsahariana en los años setenta y ochenta. Dado que depende en gran medida de las graveras, el trabajo que en ellas se realiza resulta crucial, tanto por sus efectos beneficiosos como perjudiciales. La destrucción de colonias en plena reproducción en graveras activas, aunque en teoría fácilmente evitable, constituye la principal amenaza. Otros problemas provienen del abuso de plaguicidas y del mal estado de los ríos y humedales. En el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas aparece como «De interés especial».

 
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